Ha pasado más de un siglo desde lo que la prensa popular de la época
llamó los crímenes de Whitechapel, y el resto del mundo, los asesinatos
de Jack el Destripador.
Jack el Destripador, un nombre que triunfó inmediatamente en la prensa popular, fue el ejemplo más universal, brutal y descarnado de la violencia machista.
El criminal nunca fue descubierto, pero se sigue identificando con la imagen de un hombre con capa y sombrero de copa.
Las atroces muertes de cinco prostitutas en Londres en el otoño de 1888 nunca fueron resueltas. Una de las víctimas, Catherine Eddowes, recluida en una celda de la comisaría de Bishopsgate. Poco después de ser liberada, esta prostituta se convertiría el 30 de septiembre de 1888 en la cuarta mujer asesinada por Jack, la segunda en la misma noche, ya que una hora antes había cortado la garganta a Elizabeth Stride.
Cinco mujeres asesinadas, un barrio de clase baja al este de Londres llamado Whitechapel, la zona más violenta de Londres, un barrio donde la muerte y la miseria campaban a sus anchas. Y un asesino en serie sin identidad…
Londres era entonces la ciudad más poblada del mundo, con un millón de habitantes. Era la capital de un imperio, pero albergaba una pobreza infinita. En esa época en el East End, el este de la ciudad, donde se instalaban los inmigrantes recién llegados, entre tabernas miserables, prostitutas y violencia, se concentraba una miseria inimaginable.
Las cinco víctimas fueron Mary Ann Nichols, Annie Chapman, Elizabeth Stride, Catherine Eddowes y Mary Jane Kelly”. Los cuatro primeros asesinatos se perpetraron en la calle entre el 31 de agosto y el 30 de septiembre de 1888. Dos de ellos se cometieron el mismo día. El quinto se llevó a cabo en la habitación de la víctima, en el mismo barrio, el 9 de noviembre.
Todas las mujeres, menos una, fueron horriblemente mutiladas, y todos los asesinatos tuvieron lugar en un radio de apenas 1,5 kilómetros.
Una carta del 16 de octubre enviada por el presunto asesino. Este documento iba acompañado de un paquete con un trozo de riñón, uno de los órganos que habían sido extirpados a Catherine Eddowes. La carta estaba datada “Desde el infierno”. De todas formas, con los métodos forenses de entonces era imposible comprobar si el órgano pertenecía o no a la víctima.
La zona no tiene nada que ver ahora con lo que era entonces. Sigue viviendo allí una importante población inmigrante –sobre todo de Bangladés–, pero los precios suben sin parar. Los turistas se desplazan hasta el barrio en busca de una panadería de bagels que abre 24 horas –Beigel Bake, en Brick Lane, de tiendas de ropa hipster...
Jack el Destripador, un nombre que triunfó inmediatamente en la prensa popular, fue el ejemplo más universal, brutal y descarnado de la violencia machista.
El criminal nunca fue descubierto, pero se sigue identificando con la imagen de un hombre con capa y sombrero de copa.
Las atroces muertes de cinco prostitutas en Londres en el otoño de 1888 nunca fueron resueltas. Una de las víctimas, Catherine Eddowes, recluida en una celda de la comisaría de Bishopsgate. Poco después de ser liberada, esta prostituta se convertiría el 30 de septiembre de 1888 en la cuarta mujer asesinada por Jack, la segunda en la misma noche, ya que una hora antes había cortado la garganta a Elizabeth Stride.
Cinco mujeres asesinadas, un barrio de clase baja al este de Londres llamado Whitechapel, la zona más violenta de Londres, un barrio donde la muerte y la miseria campaban a sus anchas. Y un asesino en serie sin identidad…
Londres era entonces la ciudad más poblada del mundo, con un millón de habitantes. Era la capital de un imperio, pero albergaba una pobreza infinita. En esa época en el East End, el este de la ciudad, donde se instalaban los inmigrantes recién llegados, entre tabernas miserables, prostitutas y violencia, se concentraba una miseria inimaginable.
Las cinco víctimas fueron Mary Ann Nichols, Annie Chapman, Elizabeth Stride, Catherine Eddowes y Mary Jane Kelly”. Los cuatro primeros asesinatos se perpetraron en la calle entre el 31 de agosto y el 30 de septiembre de 1888. Dos de ellos se cometieron el mismo día. El quinto se llevó a cabo en la habitación de la víctima, en el mismo barrio, el 9 de noviembre.
Todas las mujeres, menos una, fueron horriblemente mutiladas, y todos los asesinatos tuvieron lugar en un radio de apenas 1,5 kilómetros.
Una carta del 16 de octubre enviada por el presunto asesino. Este documento iba acompañado de un paquete con un trozo de riñón, uno de los órganos que habían sido extirpados a Catherine Eddowes. La carta estaba datada “Desde el infierno”. De todas formas, con los métodos forenses de entonces era imposible comprobar si el órgano pertenecía o no a la víctima.
La zona no tiene nada que ver ahora con lo que era entonces. Sigue viviendo allí una importante población inmigrante –sobre todo de Bangladés–, pero los precios suben sin parar. Los turistas se desplazan hasta el barrio en busca de una panadería de bagels que abre 24 horas –Beigel Bake, en Brick Lane, de tiendas de ropa hipster...
El 'pub' Ten Bells, donde se reunían algunas de
las prostitutas asesinadas, sigue existiendo.
Un diario de la época descubierto hace 25 años. Las memorias pertenecen a
un mercader de algodón de Liverpool llamado James Maybrick, que
confiesa en 9.000 palabras el asesinato de cinco mujeres en Whitechapel y
de una prostituta de Manchester. El texto, que corresponde al año 1888,
termina con la siguiente declaración: “Doy el nombre por el que todos
me conocen, para que la historia pueda saber lo que el amor hace con un
caballero. Verdaderamente, Jack el Destripador”. Tres trabajadores de una empresa eléctrica llamada Portus & Rhodes Ltd fueron los que encontraron el documento, mientras hacían
una renovación en una enorme casa situada en el suburbio de Merseyside
en Aigburth (Liverpool) en la que habría vivido MayBrick. El documento fue escrito entre 1888 y 1889, poco antes de que James Maybrick muriera. Los tres electricistas encontraron el documento en la habitación dónde
dormía el presunto asesino. "De ahí se deduce que James Maybrick es su
autor. Ahora tiene que ser el sospechoso principal, pero los
esclarecimientos sobre la identidad de Jack el Destripador pueden durar
un siglo por lo menos", explicaba Robert Smith, el escritor que publicó las memorias sobre el caso en su momento.
Cada año se suman nuevos nombres a la interminable lista de sospechosos
que encabeza el médico personal de la reina de Inglaterra. Los sospechosos habituales van desde un carnicero hasta el cirujano de
la reina o el príncipe Alberto Eduardo, sobrino de la reina Victoria.
Este último no se encontraba en Londres cuando se cometieron la mayoría
de los crímenes, pero eso no ha impedido que su nombre aparezca una y
otra vez en la lista de presuntos culpables.
Ni siquiera existe un consenso sobre el número de mujeres que asesinó
Jack el Destripador. “Como nunca fue capturado, no podemos saber con
seguridad cuántas mujeres mató”, escriben los autores de la página web
casebook.org, fundada en 1996 y que recoge toda la información
disponible sobre el caso, hasta los más mínimos detalles.
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