lunes, 30 de julio de 2018

Recopilando, recopilando... Guerra Civil del 31 al 36

  «Bombardeo de las ocho horas» sobre Alicante, que se prolongó, según el Comité Provincial Popular de Defensa Local, desde las 19:50 horas del día 28 de noviembre de 1936 a las 3:00 horas del día siguiente; siete horas y diez minutos. Se dijo que este bombardeo fue llevado a cabo como represalia por el fusilamiento, el 20 de noviembre de ese mismo año, de José Antonio Primo de Rivera , fundador de Falange Española.
 «Bombardeo de las ocho horas» fue llevado a cabo por 16 aviones «Junker Ju-52/3M» con tripulaciones alemanas que, partiendo de su base principal de Tablada en Sevilla, se trasladaron a la de Tauima en Melilla, donde, tras abastecerse de bombas y carburante, volaron a 4.000 m. de altura hasta Alicante, situada a 450 Km. (dos horas y media aproximadamente), con una secuencia aproximada de un bombardero cada veinticinco o treinta minutos. Para este bombardeo efectuado a 2.000 o 2.500 m. de altitud, principalmente sobre las instalaciones del campo de aviación de Rabasa, zona portuaria, depósitos de Campsa y estaciones de ferrocarril, cuyo objetivo no era otro que impedir la llegada por mar de material soviético y el traslado a sus destinos, los aviones alemanes contaron, al objeto de servir como balizamiento en la ruta desde Melilla hasta Alicante, con la colaboración de un crucero y dos destructores alemanes que emitían señales para orientarlos y prestarles auxilio en la ida y en el regreso del ataque.

«El Baleares, el buque que mató y murió en el mediterráneo»
  “Castelló, una segona Guernica”

-  A la pregunta de quién ­ordenó el bombardeo: Franco.
-  Gernika fue el laboratorio que conjugó los intereses de Franco y de Goering, Alemania.

Un telegrama de 6-11-1936 al comandante militar de Baleares en el que Franco le corrige a propósito del bombardeo del puerto de Alicante: “No deberá en lo sucesivo realizar esta clase de bombardeos por propia iniciativa, sometiéndolos previamente a mi aprobación”. Nadie, salvo él, podía ordenar una ­operación de esta naturaleza. Su presencia en Vitoria durante la campaña del País Vasco, que culminó con la ocupación de Bilbao (19-6-­1937), da idea del control personal que ejercía.

 Era una ciudad abierta, sin defensa antiaérea, sin aviones enemigos, sin riesgos. Y tenía un alto valor simbólico para el pueblo ­vasco, con el consiguiente efecto desmoralizador que acarrearía su destrucción. El uso de bombas de gran calibre (hasta 250 kilos), seguidas de artefactos incendiarios en sucesivas oleadas que culminarían con el ametrallamiento de los supervivientes, sirvió de pauta al bombardeo de ­Varsovia en septiembre de 1939. El general Wolfram von ­Richthofen aplicaría en la capital polaca el experimento que había ensayado en la villa vizcaína y cuyo resultado resumió así en su diario: “Por lo demás, paz en Guernica”.

 Participaron al menos 60 aviones (un 20% de la flota rebelde), soltaron más de 40 toneladas de bombas durante tres horas, destruyeron totalmente el 85% de los inmuebles y causaron en torno a 2.000 muertes entre las 10.000 personas que abarrotaban el pueblo por tratarse de un día de mercado. El objetivo proclamado por el bando franquista habría sido destruir un puente que ni siquiera fue alcanzado y por el que transitaron dos días después las tropas rebeldes.

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