domingo, 10 de diciembre de 2017

My unsung hero is Jose D, he died a year ago, by 87 years old. Everyday he appreciated the things he and his family had in life. He was brave, and though he could have weaknesses, he always was optimistic. From my point of view, he had superpowers, he did great things, and if he could do it, he helped others.
When my illness was diagnosed, my parents were devastated, but he always kept smiling, and whatever l asked for him, he’s ready to help. I should know, l’ve had a hard life because of my disease, and if it hadn’t been for Jose D, l think l wouldn’t life in my comfortable area. He inspired me to achieve more, and now l work at Generalitat and feel well.
I’ve always admired Jose D, a self-made man. His family lived in poverty, so he hadn’t some capital to set up in business. However, he started out working very hard, he had to borrow, and when his first daughter was born, he’d already made it, by the age of 38. HE’S THE TOTAL PACKAGE. He is my father.

sábado, 9 de diciembre de 2017

Carta de Albert Pla a Albert Rivera

Por favor, deja de intentar prohibir el concierto que organizamos el 12 de mayo en el Teatro Filarmónica de Oviedo. No es la primera vez que tu partido junto al PP lo intenta.
Me caes bien. Te llamas Albert, como yo. Eres catalán, como yo. Te gusta ir aseado, como yo. Y cada vez que abres la boca, dices una mentira o una tontería, como yo.
Para mí eres un tipo entrañable. Es más, si yo estuviera confinado en un campo de exterminio rodeado de guardias y descubriera que uno de los guardias eres tú, tendría esperanza. Me acercaría a ti y te diría:
— Eh, Albert... ¿Te acuerdas de mí?... Diles que soy amigo tuyo, por favor, sálvame.
De verdad no lo entiendo. ¿Recuerdas que hace años me añadisteis en la lista de intelectuales que apoyaban a Ciudadanos? Entonces erais cuatro gatos. A mí me hizo mucha gracia que alguien pudiese pensar que yo apoyaba a algún partido político. Pero me hizo mucha más gracia ser tratado como un intelectual. Yo estaba el segundo de la lista, por cuestión alfabética, después del gran Albert Boadella.
Pasaron un par de años y os rogué que me quitarais de la lista. Lo hicisteis.
Me explicasteis que había un tipo que se hacia pasar por mí y que escribía opiniones en mi nombre. Pero que no me preocupara, que las cosas que escribía estaban muy bien y que además erais muy admiradores míos.
Asunto zanjado.
Después de eso, la vida nos separó, cada uno a lo suyo, tú como político, yo como comediante.
Con los años, me pareció raro que te hicieras famoso en España hablando mal de la mitad de los catalanes. Pero me callé. Con eso casi llegas a presidente, aunque también creo que no llegaste a ser presidente de España precisamente porque eres catalán. Pero no por eso nos vamos a enfadar.
Lo que sí tengo que hacer es convencerte de que dejes de vetar nuestros conciertos. ¿Lo entiendes, verdad?
Lo más feo es que además hacéis creer a los ciudadanos españoles que nuestro trabajo está subvencionado por el Gobierno y que, de alguna manera, estos conciertos son actos antisistema pagados con el dinero de todos. No es cierto. El teatro, aunque sea público, no nos contrata, ni siquiera cede sus instalaciones gratuitamente. Quede claro que el concierto se hace a través de un promotor privado que alquila el teatro con este fin.
También quede claro que eres tú, y no yo, el que, hoy por hoy, recibe un sueldo del Estado.
No te quejes, habéis conseguido lo que queríais, ya sois un montón de “ciudadanos” en el Gobierno, en el Senado, en el Parlamento, en los bancos, en los tribunales, en todas las teles, periódicos, radios y medios digitales, ya no hay poder fáctico o medio de comunicación que se libre de vosotros. Es tan invasiva vuestra presencia que, para no saber de ti, tengo que encerrarme en casa y cortar la luz, y aun así, te encuentro en la sopa.
¿Queréis también el control de los fanzines, de los grafitis, de los raperos mallorquines, de los comediantes y de los titiriteros?
¿Queréis también el control de los teatros, de las salas, de los bares musicales, de las galerías de arte y de los cines? ¿Queréis la cultura y el espectáculo entero?
¿Queréis controlar la empresa que pinta la fachada del teatro, la fábrica que tapiza las butacas y el equipo de sonido?
¿Queréis ser dueños de la web desde donde se venden las entradas?
Esto es avaricia.
¿Ahora también vais a venir a molestar a los que somos minoría entre minorías con la burda excusa de que os faltamos el respeto y provocamos crispación social?
Por favor, entra en razón, diles a los de tu partido y a tus socios del PP que tengan piedad de nosotros, que nos dejen trabajar en paz. Tú me conoces, sabes que en nuestros espectáculos se habla de chicas que tiene mil ojos, de corazones que se escapan de sus personas, de bares en una esquina, de playas donde el protagonista es el amor, de coleccionistas de enfermedades, de hombres que respiran bajo el agua, de figuritas de pesebres, de escuelas de soñadores, y de republicanos que quieren hacerse monárquicos por amor.
Es espectáculo, poesía, música, magia, canción, actuación, teatro.
Lo mío, a veces, son verdades disfrazadas de mentiras, lo vuestro siempre son mentiras disfrazadas de verdad.
Lo sabe quien alguna vez entró a escucharnos y nos aplaudió.
Y, a quien no le gustó, jamás volvió.
Nunca obligué a nadie a entrar a nuestros conciertos.
¿Y tú? ¿Nos vas a obligar a ser para existir?
albert pla @albert_pla

viernes, 1 de diciembre de 2017

 Ágatha asegura que tras el divorcio ha renacido: "Por fortuna no perdí la cabeza, aunque emocionalmente quedé muy colapsada porque durante treinta años, mi vida hacía estado pivotando alrededor de esa persona".

 "Creo que reaccioné de una manera muy femenina, diciéndome a mí misma: 'Ágatha, no preguntes nada, ni por qué, ni con quién, ni cuándo...' y continué desayunando. (…) Para acabar me explicó esa cosa tan bonita que, en ocasiones, suelen decir los tíos: que a lo mejor le quedaban diez años y que quería ser feliz... ¡Y yo que creía que éramos súper felices! El día que saqué todas sus cosas fue una gran liberación. Tenía treinta mil libros. (…) ¿Cómo iba a pensar que me dijese que quería separarse si nos acabábamos de casar, en Madrid hacía solo tres meses? No es que estuviera loca de amor, pero me sentía a gusto con mi vida. Estoy segura de que, dentro de poco, él se dará cuenta de lo extremadamente libre que ha sido a mi lado, en todo", confiesa sincera.

La diseñadora madrileña, que se separó del periodista Pedro J. Ramírez a finales de 2016, el día que fue a finiquitar la separación con Pedro J. acudió tapada de pies a cabeza ataviada con un burka. la vestimenta, un regalo de unos amigos que viajaron a Afganistán.

"Firmé mi divorcio con un burka porque no quiero que mi ex me vuelva a ver", "Sólo se me veían los ojos. ¡Fue tan alucinante! Aunque ya sabía que no íbamos a estar en el mismo cuarto, porque el divorcio se firmaba en salas separadas, me vestí por si nos llegábamos a cruzar en algún momento. Me daba igual que la gente me pudiera reconocer o no. Lo único que yo quería era que él no volviera a verme nunca más".
Cósima (Madrid, 1990). En una entrevista para Vanity Fair.
  La hija de Pedro J. Ramírez y de Ágatha Ruiz de la Prada lleva toda su vida a la sombra de dos egos titánicos.
    Coco, como la llama su familia, se define como “una niña de papá”, pero aclara que en estos momentos no puede “estar de su lado” y que la relación actual con el periodista es “un poco dura”. “Necesita que le eche un par de broncas. Lo hago por su bien y él lo sabe”, reconoce. Cósima define a su padre como un hombre “vanidoso y orgulloso […] En mi familia todos lo somos”.
   En cuanto a su madre, Cósima espera que “se le pase el disgusto y que se dé cuenta de lo muchísimo mejor que vamos a estar todos. Ella es más divertida y más moderna que mi padre y se ha tenido que parar de muchas maneras y adaptar a los ritmos de él”. Cósima define a su madre como una mujer “muy emocional, que no tiene filtros. Y eso es maravilloso. Pero también pasa de un extremo al otro muy rápidamente y no siempre se rige por la lógica.” Su madre es marquesa de Castelldosríus con Grandeza de España y vigesimonovena baronesa de Santa Pau, tras apear a los hombres de su familia de un título históricamente masculino. Desde entonces, Ágatha Ruiz de la Prada se considera a sí misma como “la persona más odiada de la aristocracia española”. A este respecto, su hija reconoce haber sentido este odio “somos como los payasos de la aristocracia, pero me da tanto igual lo que digan. La que se ríe soy yo”, recalca Cósima.
   La joven no oculta que creció en una casa donde “dos titanes luchaban sin cuartel” para ver quién se imponía. “Ahora mi ego es probablemente igual de monstruoso que el de ellos”, dice con resignación. Al ser preguntada sobre cuál es su mayor complejo no tiene reparos en responder: “Dejar completamente atrás y en la sombra a mis padres”.
  Sobre el matrimonio, la joven confiesa que “es útil como institución económica, pero puedes tener un gran amor y no casarte."
  Cósima es muchas cosas, incluido una aristócrata. Tras una década de internados, donde confiesa que entró “como una cría monísima y creyente” y salió como “una atea rabiosa y anarquista”, la joven licenció en Historia por la Universidad de Brown, una de las ocho mejores de Estados Unidos, con honores. Desde 2014, madre e hija trabajan juntas en la marca de ropa familiar, donde Cósima se encarga de las relaciones internacionales de la firma.